Jorge
Luis Borges dijo una vez: “La literatura actual es inconcebible sin Whitman y sin
Poe”. Y es que su gran talento narrativo se
denota en cuentos como El gato negro, Los
crímenes de la calle Morgue, El corazón delator, La caída de la casa Usher, La
máscara de la muerte roja, El barril amontillado, La verdad sobre el caso del
señor Valdemar, Ligela, El retrato oval, Berenice, entre otros. Pero, Poe
no solo ejerció enorme influencia en el arte literario, también lo hizo en el arte
cinematográfico. Uno de los influenciados en el cine es, sin duda alguna,
Alfred Hitchcock que tomó la atmósfera de tensión, miedo, terror de los relatos
de Poe. Elementos adaptados de manera magistral por el director británico, por
lo cual es llamado el maestro del suspenso.
Rasgos
característicos en el cine de Hitchcock son los siguientes: suspenso, la
utilización de la cámara para imitar la
mirada de una persona, encuadres que provocan terror, miedo, tensión, actrices
rubias, cameos, asesinatos, protagonistas fugitivos, violencia, y el uso del MacGuffin. Este último término
es explicado por el director británico en el libro de El cine según Hitchcock, de François
Truffaut:
La palabra procede del music-hall. Van dos
hombres en un tren y uno de ellos le dice al otro “¿Qué es ese paquete que hay
en el maletero que tiene sobre su cabeza?”. El otro contesta: “Ah, eso es un MacGuffin”.
El primero insiste: “¿Qué es un McGuffin?”, y su compañero de viaje le
responde: “Un MacGuffin es un aparato para cazar leones en Escocia”. “Pero si
en Escocia no hay leones”, le espeta el primer hombre. “Entonces eso de ahí no
es un MacGuffin”, le responde el otro. (Pág.115)
En la película Crimen
perfecto (1954), se puede observar una de las características enmarcadas en
el cine de Hitchcock, los giros argumentales que van ligados a la diferencia
entre suspenso y sorpresa. Esto es explicado por Hitchcock se la siguiente
manera:
Nosotros estamos hablando, acaso hay una bomba debajo de
esta mesa y nuestra conversación es muy anodina, no sucede algo especial y de
repente: bum, explosión. El público queda sorprendido, pero antes de estarlo se
le ha mostrado una escena completamente anodina, desprovista de interés.
Examinemos ahora el suspenso. La bomba está debajo de la mesa y el público lo
sabe. El público sabe que la bomba estallará a la una y sabe que es la una
menos cuarto (hay un reloj en el decorado): la misma conversación anodina se
vuelve de repente muy interesante porque el público participa en la escena.
Tiene ganas de decir a los personajes que están en la pantalla: “No deberías
contar cosas tan banales; hay una bomba debajo de la mesa y pronto va a
estallar”. (Pág. 24, El cine según Hitchcock)
Y es que al momento que el personaje de Margot Wendice
(Grace Kelly), sale de su habitación y contesta el teléfono los espectadores
saben que el asesino está detrás de ella esperando el momento adecuado para
atacar, lo cual hace crecer la tensión. Entonces pasa lo inesperado, lo
magistral, lo soberbio la asesinada no es ella, es él. Cambia la trama. Cambia
la situación, y por su puesto cambia el final. Un final hitchcokiano donde el
villano recibe su merecido.
La ventana
indiscreta (1954), protagonizada por
James Stewart y Grace Kelly, basada en el cuento It
Had to Be Murder,-traducido al español como “Tenía que
ser un asesinato”- de Cornell Woolrich.
En esta película Hitchcock hace gala de la técnica del espectador como
vouyerista, es decir, utilizar la cámara para imitar la mirada de una persona,
desde planos subjetivos donde el espectador ve las acciones desde el punto de
vista del personaje. El protagonista es Jefferies, un fotógrafo que a través de
su perspectiva nos cuenta las diferentes historias de un grupo de personas de
una zona residencial. El suspenso empieza desde el momento en que Thorwald
vecino asesina a su mujer y llega a su punto clímax, cuando el homicida se ve
descubierto por su vecino e inmediatamente va a su apartamento. Esos instantes
cuando se escuchan los pasos de Thorwald, abre la puerta y queda parado en
medio de la oscuridad frente al protagonista son de pura tensión.
Otro
elemento presente en las películas de Hitchcock es la sexualidad, de forma
implícita. Tema que puede ser reflejo de las obsesiones sexuales del director
británico. Su fetichismo hacia sus protagonistas rubias Grace Kelly, Tippi
Hedren, Janet Leigh, Eva Marie Saint, Kim Novak, entre otras, ha sido objeto de
polémicas. Koster denota: “Si hay un enigma en
las películas de Hitchcock, es el gran enigma que provoca el sexo femenino”.
Justamente Kim Novak actúa junto a James Stewart en Vértigo (1958), película que mezcla suspenso, misterio y romance. Film
impregnado de erotismo como lo plantea Truffaut:
Todo
ese aspecto erótico del film es apasionante. Pienso en otra escena hacia el
principio, después de que James Stewart repesca a Kim Novak, que se había
arrojado al agua. La volvemos a ver en casa de James Stewart, acostada desnuda
en la cama. Entonces, ella se despierta y eso nos demuestra que él la ha
desnudado, que la ha visto desnuda, y sin que en el diálogo se haga referencia
alguna a ello. El resto de la escena es extraordinario, cuando Kim Novak se
pasea con la bata de Stewart, cuando se ven sus pies desnudos deslizarse por la
alfombra y cuando James Stewart pasa una y otra vez por detrás de ella... Hay
en Vértigo cierta lentitud, un ritmo contemplativo, que no se encuentra en sus
otros films, a menudo construidos sobre la rapidez, la fulguración. (Pág. 212,
El cine según Hichcock)
Obra
maestra, sin duda alguna, porque retrata de forma magistral desde un ritmo
pausado, una narración fantástica la obsesión enfermiza de un hombre que puede
ser el espejo del mismo Hitchcock y todas sus preocupaciones. El final es de
antología, Madeleine Elster (Kim Novak) vuelve de entre los muertos para morir.
Una ironía monumental. Quizá el hecho de que el detective John Ferguson (James
Stewart) en ese final logre curarse del vértigo, es una forma de catarsis para
el director británico y todas sus obsesiones. Basada en la novela Sueurs froides: d'entre les morts (Sudores fríos: de
entre los muertos) escrita por Pierre Boileau y Thomas Narcejac. Al principio
no fue bien recibida, pero el tiempo le dio aclamación que merecía.
Si
Alfred Hitchcock no hubiera hecho Vértigo,
Con la muerte en los talones (1959) habría
sido su mejor film porque en sí la película es suspenso puro. Protagonizada por
un mito del séptimo arte Cary Grant, es un ejemplo diáfano de MacGuffin tema que se tocó
al principio del ensayo. El hecho de que el personaje, Roger Thornhill, sea
confundido por un espía es una situación sin ninguna trascendencia porque lo
que se quiere contar es la manera cómo el personaje principal enfrenta hechos
de vida y muerte. En ese sentido, Hitchcock dice lo siguiente:
Mi
mejor MacGuffin-, y por mejor, quiero decir el más vacío, el más inexistente,
el más irrisorio- es el de North by Northwest (Con la muerte en los talones).
En un film de espionaje y la única pregunta que se hace el guión es la
siguiente: “¿Qué buscan estos espías?” Ahora bien, en la escena que tiene lugar
en el campo de aviación de Chicago, el hombre del Servicio de Inteligencia
Central se lo explica todo a Cary Grant, que entonces le pregunta hablando al
personaje de James Mason: “¿Qué hace?” Y el otro contesta: “Digamos que es un
tipo que se dedica a importaciones y exportaciones. –Pero ¿qué vende? - ¡Oh!...
precisamente secretos de gobierno”. Ya ve que en este caso redujimos el
MacGuffin a su expresión más pura: nada. (Pág. 118. El cine según Hitchcock)
Escena maravillosa la de Thornhill perseguido por la
avioneta en los sembrados. De esas escenas memorables que quedan en la memoria
de cualquier cinéfilo como: Charles Foster Kane pronunciando “Rosebud” en su
lecho de muerte en el Ciudadano Kane, Vito
Corleone acariciando al gato o la cabeza de caballo en El padrino, los primates contemplando el electrolito de 2001: Una odisea en el espacio, la
estatura de la libertad destruida en El
planeta de los simios, el “yo soy tu padre” de Star Wars Episodio V: El imperio contraataca, E.T. haciendo volar a
Elliott y sus amigos en E.T. El
extraterreste, entre otras.
La mejor película de Hitchcock es Vértigo, pero la más conocida es Psicosis (1960), basada en la novela de Rober Bloch (Psycho, 1959)
y protagonizada por Anthony Perkins, Vera Miles, John Gavin, Jane Leigh, entre
otros, narra el perturbado trastorno psicológico de Norman Bathes conocido como
personalidades múltiples y como eso lo lleva a cometer el asesinato de Marion
Crane. Filme que hace recordar la novela de Robert Louis Stevenson El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde
(1886) por aquello de la dualidad en el ser humano. Como diría Pascal: “El
hombre es un gusano y es un héroe; el hombre es una porquería y es una
hermosura; el hombre es un ser trágicamente dual; es la suma de las
imperfecciones y de las perfecciones”. Volviendo a Psicosis, mezcla el terror y el
suspenso, con elementos característicos hitchcockianos como la violencia, el
asesinato, la sexualidad, el villano no saliéndose con la suya, tomas de primer
plano, el MacGuffin en lo del robo del dinero, suceso no relevante en la trama.
Icónica también la escena del homicidio del baño. Considerada precursora del
género slasher, películas donde aparecen psicópatas matando gente como Cara de
cuero de La masacre de Texas, Michael
Myers de Halloween, Jason en Viernes trece, Freddy Krueger en Pesadilla en Elm Street, etc. Lo cual
denota la enorme influencia de Psicosis. Obra
maestra, sin dudarlo.
Otra película que mezcla el suspenso con el terror es Los pájaros (1963), la cual relata el
ataque sin aparente causa de todos los pájaros a los habitantes de una pequeña
ciudad en la bahía de San Francisco. Las aves, atacan en bandadas y van
propiciando el caos, miedo, horror a las personas del pueblo. Incluso llegan a
asesinar a varios residentes del lugar como la profesora de la escuela Annie. Protagonizada
por Tippi Hedren y Rod Taylor, en este film se evidencia como algo común como
las aves infunden pánico, y como la trama se va desenvolviendo en esa atmósfera
de tensión esperando el ataque siniestro de estos animales. La incertidumbre de
no saber por qué los pájaros atacan deliberadamente es un acierto. Le da un
toque más terrorífico a la película porque si se sabe la causa de ese
comportamiento, los personajes hacen algo para detener esa situación. Pero al
no saber el motivo, lo único que queda es huir. Cinta que hace recordar Tiburón (1975), de Steven Spielberg.
En conclusión, Alfred Hitchcock es uno de los mejores
directores en la historia del cine porque innovó en el género del suspenso. Lo
llevó a niveles muy altos, a partir de elementos como el miedo, terror,
tensión, técnicas cinematográficas que lo llevó a ganarse un prestigio dentro
de la industria cinematrográfica. Dejó obras maestras como Vértigo, Psicosis, Con la muerte en los talones, La ventana indiscreta,
Los pájaros, Crimen Perfecto, entre otras. Porque en el presente ensayo
sólo se abordó una minúscula parte de la extensa filmografía de Hitchcock que
cuenta con 53 largometrajes. Ha influenciado a directores de la talla de
Truffaut, Polanski, Carpenter, Scorsese, Spielberg, y Brian De Palma. En la
literatura al hablar del maestro del terror se hace referencia a Edgar Allan
Poe, en el cine el maestro del suspenso es Alfred Hitchcock.

No hay comentarios:
Publicar un comentario